CLARET IKASTOLA
   

Numerosos científicos sociales, desde historiadores hasta psicólogos, pasando por educadores y sociólogos, destacan una ruptura generacional en nuestros días, un corte en el que los jóvenes se sienten perdidos porque no saben de dónde vienen, en el que los adultos padecen una banalización de sus existencias, en el que los viejos no se sienten escuchados y creen perder su patrimonio de experiencia. Socialmente, esta ruptura se traduce en una gran carencia de cultura política, en una excesiva facilidad de manipulación del pasado, en un vaciado de la conciencia crítica. Es cierto que se recuperan aspectos folclóricos, que todo el mundo está de acuerdo en exponer hallazgos arqueológicos, o en publicar memorias anecdóticas: estos esfuerzos son muy loables y necesarios. Pero poco se habla de experiencias de vida reales, de conflictos, de secretos enterrados por el olvido, de visiones del mundo que se apagaron.

¿De dónde, por qué, de qué manera vinieron, emigraron, recibieron, incluyeron, excluyeron, vivieron, amaron, odiaron, trabajaron, resistieron, se organizaron, sufrieron y fueron felices las personas que vivieron, que viven en nuestra ciudad de ciudades? ¿Cómo ha construido la ciudad su relato, la síntesis de epopeyas individuales? ¿Cómo se resolvieron los conflictos? ¿Quién cayó? ¿Quién sufrió rechazo, quién rechazó, quién aceptó, quién no se dejó aceptar?

Quizá la historia sea algo más que un relato oficial: también es una suma de vidas en un tiempo y en un espacio concretos. Pensamos que para poder comprender el presente, para ser críticos con los mensajes homogeneizadores y con las informaciones oficiales (oficiales en el sentido de sagradas, acríticas, cerradas, sin sabor a humanidad), debemos de poner los ojos en el pasado. No para reivindicarlo, no para restaurarlo, sino para que nos dé pistas en el presente.

La tolerancia y la intolerancia son temas universales, la intolerancia se fundamenta a menudo en ignorancia, en mitos de pureza y autoreferencia, los ataques a la diferencia se basan siempre en una inseguridad, en identidades frágiles, en falta de referencias positivas.

Así, la recuperación colectiva de la memoria pretende recrear el pasado y analizarlo críticamente, dejando a un lado justificaciones y sacralizaciones, centrándose en lo humano, en la ternura de las vidas que viajan siempre entre lo más oscuro y lo más sublime.

Muchas de las problemáticas que aparecen en el trabajo social y terapéutico tienen que ver con la memoria (individual, familiar,...). Para que un adolescente se construya como persona adulta, debe de poder apoyarse en valores, referencias, relatos e historias... detectamos que en estos momentos, el imaginario de los jóvenes se ha empobrecido con respecto a esto, nadie les ha contado lo que sucedió, y así, no encuentran sentido a su existencia... no se sienten parte de ningún relato, de ninguna lógica existencial, y así, se bloquean, renuncian a crecer, atesoran secretos y medias verdades.

Teniendo en cuenta todo esto, hemos creado el proyecto Bazen Behin, teniendo como objetivos principales mejorar la relación entre generaciones y fortalecer la transmisión y conocimiento de las experiencias.

Bazen Behin es un proyecto diseñado por la asociación HEZIZERB. Durante 11 años, hemos desarrollado este proyecto en colaboración con el Ayuntamiento de Irun en diferentes centros escolares de la ciudad. En el año 2012, a través de una subvención del Departamento de Derechos Humanos del Ayuntamiento de San Sebastián, pusimos en marcha el programa en MARIAREN BIHOTZA IKASTOLA, y en el 2013 y 2014, tuvimos la ocasión de realizarlo en IBAI IKASTOLA y este año (2016) en Claret Ikastola. Tras realizar diversas dinámicas, les repartimos una grabadora a cada uno y entrevistaron a adultos referentes para sus personas..., después escribieron un cuento. Y casi todo esta aquí, transcrito en esta pagina web (en el caso de algunas entrevistas, tan solo aparece una parte, ya que por razones de ocupación las hemos tenido que adaptar).

Esperamos que el trabajo sea de vuestro gusto. Para nosotros, el pasado es una manera de entender el presente, una oportunidad de desmitificar los conflictos. La memoria transgeneracional nos es indispensable para convertirnos en personas y crear vinculos con otras personas: vecinos, familiares, extranjeros...